jueves, 8 de noviembre de 2012

Un cuento para la hora de la comida




Una historia en estos días de terrorificos aniversarios:
Por Puebla Niños
De repente despiertas en la madrugada en medio de una tormenta y descubres con gran terror que tienes ganas de ir al baño. Y debes abandonar tu pequeña fortaleza amurallada de cobijas y almohadas y realizar un viaje misterioso a lo largo del pasillo. Afuera el clima no es lo más discreto contigo, al contrario, al descubrirte despierto una serie de truenos comienza rítmicamente a espantarte.
Las opciones no son pocas, en un momento descubres que no tienes balas de plata para enfrentar al posible hombre lobo que espera entre las sombras. También no sueles dormir con un ajo al lado para alejar al vampiro que en un rincón espera el momento adecuado para bajar y  morderte el cuello.
Te escondes bajo una gruesa cobija diseñada y seleccionada especialmente por tu mamá para protegerte de los malos espíritus, pero descubres que a pesar de ser afelpada y bonita cuenta con un error como todos los utensilios de los adultos: no cuenta con un baño.
Incapaz de aguantarte un segundo mas, descubres que dentro de ti existe un gigante que enfrenta todo. Así que te levantas y decides caminar hacia el pasillo. Oscuro, con lluvia y ¡no se te olvide que con monstruos!, te adentras… quizá ganes en velocidad y llegues a prender la luz antes de que un colmillo te roce.
La carrera no es fácil en lo que tu avanzas a todo pulmón sientes como un piquete en el brazo te quita las fuerzas de seguir, y aunque batallas unos intensos segundos, otro piquete en el cuello te hace sucumbir al momento que prendes la luz. Dos gruesas ronchas delatan tu transformación. Seguro de ti vas al baño y al salir sabes, que no te queda más remedio que vivir el resto de la noche como vampiro, y quien sabe, en una de esas y hasta faltas a la escuela.

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